martes, 20 de agosto de 2013

Castigo Divino - Prefacio

Prefacio
 Mi nombre es Lehai, soy un ángel hembra descendiente del ángel que señala toda la verdad, Asariah.
 Me he atrevido a intentar escribir mi relato de un amor imposible, la única manera de dejarlo grabado de alguna manera en este mundo, bueno empecemos por el principio.
 Yo acababa de cumplir doscientos años de vida, mi familia me había preparado una gran fiesta en mi honor, justo es la mayoría de edad entre los nuestros, esa edad es la indicada para poder empezar con nuestra misión en la vida, la mía iba a ser convertirme en un ángel guardián, uno de los cargos más deseados por muchos de los nuestros.
 Todo fue estupendamente durante todo el día, la fiesta fue genial, y recibí varios regalos celestiales impresionantes, como unas botas blancas altas de tacón muy fino con cristales de swarovski en un lateral, eran hermosos hasta morir.
 Bueno volviendo al tema, todo fue genial hasta que llego la noche, mi primo Hazel y su amigo Claud empezaron a retarme a ir a la tierra, había que echarle narices, ya que estaba prohibido terminantemente ir allí si no era con un encargo, te jugabas el destierro o algo peor, pero como ellos sabían, me era imposible no aceptar un reto que ponía en duda mi valentía, y por mi estupidez y poca madurez todo mi mundo se iba a ver envuelto en una gran espiral de pasión, dolor, amor y sufrimiento.
 Esa misma madrugada, me dispuse a llevar a cabo una gran aventura, fui a la sala donde estaba la puerta interdimensional, la que me llevaría a la Tierra. Cuando mi pie izquierdo pasó por la puerta una gran mano me agarro del hombro impidiéndome que me metiera del todo. Me di la vuelta y el corazón se me encogió, el guardián de la puerta tenía cara de pocos amigos, me habían pillado.
   Me arrastro hasta la sala del Gran Jefe, Nathael, uno de los ángeles más poderosos. Era increíble que recién graduada y con mi mayoría de edad me hubieran pillado en una travesura, a veces pensaba que en vez de ser descendientes de ángeles lo era de demonios, y ahora tendría que asumir las consecuencias.
 Nathael me miro con cara de pocos amigos, y mis piernas temblaron haciéndome parecer un flan. 
-  Lehai, estoy muy decepcionado contigo, creí que con tu reciente madurez dejarías tus aventuras de lado.
-     Lo siento Nathael, pero yo….
- No quiero excusas me tienes saturado de ellas, ya no se como hacerte entender que aquí en el paraíso no hay sitio para tus ideas descabelladas. Y esta es la ultima vez que te advierto, la próxima seras expulsada de inmediato convirtiéndote en una simple mortal, ¿entendiste?
-    Si Nathael.
-  Pero no te creas que te vas a marchar de rositas de aquí, es hora de que pagues las consecuencia de tus actos. Teníamos pensado para ti un encargo muy especial, una niña hermosa y muy especial, pero por tu naturaleza……como decirlo…..gamberra, te voy a asignar un trabajo que espero que te haga sentar la cabeza. Tu asignación sera un hombre un poco particular, un hombre con una esperanza de vida muy corta, le quedan apenas unos meses de vida, unas 8 lunas llenas.
-  ¿Solo 8 meses? Pero eso es muy poco tiempo, yo esperaba el estar con mi protegido muchos años.
-     Silencio Lehai, no te quejes no estas en posición de hacerlo. No discutas mis decisiones, ¿acaso crees que no son las correctas?
-  Perdone Nathael, no quería hacerle pensar eso, actuare como usted me ordene.
-   Eso espero porque todabia no termine.- Solo de pensar lo que se me venia encima mi nerviosismo aumentaba.-Este hombre al saber de su inminente muerte a dejado la vida de lado y vive deprimido hundido en su propia miseria, tu seras la encargada de que este hombre viva sus últimos meses feliz y disfrutando de la vida.
-   Una pregunta Nathael.
-     Dime.
-   ¿Cómo voy hacer que un hombre que sabe que por mucho que intente vivir su muerte esta cerca, quiera disfrutar del tiempo que le queda? Si yo fuera humana también me hundiría en un depresión.
-  Como lo consigas es tu misión averiguarlo, pero si tendrás unas reglas que no podrás incumplir, estas reglas no solo te las aplico a ti, si no a todos los ángeles  de ninguna manera puede haber ni el intento de una relación amorosa entre tu y tu protegido, no solemos poner ángeles hembras al cuidado de un hombre, ya que los hombres humanos suelen ser un poco promiscuos  pero en tu caso haremos una excepción  puedes ser su amiga, su confidente, incluso tener lazos de cariño fraternales con el, pero aunque el se te insinué  no puedes caer en la mayor debilidad del hombre, la pasión  si caes inmediatamente pasaras a ser humana, tus alas desapreciaran para siempre, a la vez que tu inmortalidad, y nunca podrás volver al paraíso, nunca jamas.
-   De acuerdo Nathael, en eso no tienes que preocuparte.
- Si me preocupo, porque cuando un ángel oculta sus alas para poder ser vistos por humanos, solemos ser impredecibles y podemos caer en los vicios de la humanidad.
-    ¿Ocultar mis alas?
- Piensa Lehai para poder acercarte a ese hombre tienes que presentarte como humana o saldrá corriendo al verte las alas.
-  De acuerdo Nathael, cuando empiezo.
- Esta misma noche empieza la primera luna.

Entre nieblas.

 Mi corazón te llama, grita tu nombre,
necesita de ti, pero tu no estas,
necesita de tus caricias, pero no se las das.
Entre nieblas me encuentro, en tinieblas estoy,
desde que te perdí no te encuentro,
eras mi mundo y contigo mi mundo desapareció.
Creí no enloquecerme al no tenerte,
pero en mis sueños apareces,
entre nieblas vienes a mi,
mientras tu cuerpo bajo tierra esta.
Me acaricias, me amas,
me dices que todo esta bien,
que guarde calma,
pero cuando te toco mi mano te traspasa.
Me doy cuenta que entre nieblas no estas,
eres una niebla mas, una que nubla mi mente,
mi alma llora por ti, por tu espíritu,
un espíritu que me atormenta en mis recuerdos.
Me rozas con tus dedos, pero no los siento,
solo una fría brisa que congela mi piel,
quieres agarrarte a mi pero solo estremeces mi cuerpo.
Te amo, pero no es sano tenerte así,
tu ya no debes estar aquí, no por mi,
quiero que te vayas y te grito.
Veo tu cara traslucida llorar,
y cada lagrima convertirse en una niebla mas,
vete y déjame aquí, sufrir por ti,
sufrir por que te perdí y no te dejo venir a mi.
Si el amor sangrara,
el mio habría perdido cada milímetro de sangre,
y aunque te marches,
siempre te querré aunque te diga adiós.
Entre nieblas me dejas, entre tinieblas desapareces,
en la oscuridad me encuentro,
no me importas donde estés,
nunca te perderé, por que siempre te amare.

Principe Oscuro


La noche cubría como un manto la ciudad, no habían estrellas, ni siquiera la luna se había dignado a aparecer. Era tarde y casi no se veía un alma en la calle, un vagabundo acostado en un rincón, algún coche pasaba por la carretera a toda velocidad, un borracho apoyado en una farola, y yo saliendo de trabajar después de hacer horas extras que no iban a ser pagadas.
  El silencio me hacia temblar las piernas, no me gustaba estar a esas horas por la calle, y menos después de leer en el periódico que varias jóvenes habían aparecido casi muertas en varios callejones de la ciudad.      Aunque todas se habían recuperado, había quedado trastornadas mentalmente. No me apetecía encontrarme en una situación similar.
 Solo mis tacones y alguna sirena de policía y ambulancia se escuchaban en esa oscuridad, y por mucho que intentara correr mis zapatos nuevos no me lo permitían, maldita la hora que decidí ponerme los zapatos nuevos que que había comprado la semana anterior, por ser tan presumida me había comprado unos zapatos rojos con un tacón de 12 cm, si llego a saber que me tenia que quedar hasta tan tarde en la oficina me hubiera puesto unos zapatos mas bajos o planos.
  Aunque estábamos a mediados de Julio unos escalofríos recorrieron mi espalda, mi piel se erizo como la de un gato cuando presiente el peligro, empece a andar mas rápido, sentía que alguien me perseguía, no solía ser miedica, pero en este momento estaba que me moría de miedo, tenia un nudo en la boca del estomago.
  Mire para atrás aunque sabia que no era lo mas conveniente, pero no vi nada, antes de volver a mirar hacia delante me tropecé contra un muro haciéndome caer de culo, cuando mire contra que me había chocado, vi que no era que si no quien, enfrente a mi había un hombre altísimo, con mi metro setenta y cinco con tacones no debía de llegarle mas allá del hombro, su pelo era negro al igual que sus ojos, su mandíbula parecía que había sido cincelada por un escultor griego, era guapo a rabiar, pero tenia una belleza que atraía pero daba a entender que había peligro, sus hombros eran anchos como los de un luchador, vestía totalmente de negro con un traje de chaqueta, parecía un príncipe árabe, un príncipe oscuro.
  Me ofreció su mano para levantarme, y aunque algo en mi decía que corriera le di la mano sin apenas indecisión, me levanto como si yo fuera una pluma, me tuve que agarrar a el para no caer, y no se como sus manos acabaron alrededor de mi cintura, le mire a los ojos hipnotizada, tenia una mirada profunda y enigmática, tenia frente a mi . un depredador, un hombre al que le llovían las mujeres por doquier, se le notaba en la seguridad de macho que desprendía.
- ¿Esta bien señorita?
  Su voz fue como una descarga eléctrica para mis sentidos, era una locura pero estaba excitada como nunca en mi vida había estado.
-¿Señorita? -Un rayo de lucidez hizo que me desprendiera de el.
- Perdone, ¿me había preguntado algo?
- Si que si se encontraba bien. La veo un poco perdida.
- Lo siento, estaba un poco asustada.
-¿Por mi?
- Esto... no, disculpe de nuevo bueno es que sentí que alguien me seguía.
-No debería estar sola a estas horas, la ciudad se esta volviendo peligrosa.
- Si lo se, pero salí tarde de trabajar - por que me daba tanta confianza ese desconocido - pero no estoy lejos de mi casa. Y gracias por ayudarme a levantarme. Bueno...esto...buenas noches - y me dispuse a irme.
-Espere, si quiere le acompaño hasta su portal por si no era solo un presentimiento que la seguían.
-No se si debería... al fin al cabo no le conozco.
-Lo se pero si hubiera querido hacerla algo ya lo hubiera echo, ¿no cree? estamos completamente solos en la calle.
  En vez de que sus palabras me asustaran me resultaron tan sensuales que mis piernas temblaron de emoción.
- De acuerdo solo vivo a tres calles de aquí.
  Caminamos unos metros, en donde se había instalado un silencio aterrador, aunque este hombre me atraía como un imán a la vez ese sentimiento se mezclaba con algo de miedo, era tan enigmático y misterioso, que había momentos que me llenaba de pánico.
-¿Como se llama? -dije rompiendo el hielo.
- Black
- Yo soy...
- Déjeme adivinarlo, su nombre es Sofía.
- ¿Que? ¿Como lo sabe?
- Tiene cara de princesa y que mejor nombre para una princesa que Sofía - no me lo creí del todo pero estaba sorprendida por que me había dicho que parecía una princesa.
- Bueno muchas gracias por acompañarme, aquí es donde vivo. - le dije señalando mi portal.- Mi hermana me tiene que estar esperando. - Ni siquiera se por que le dije eso, no se si era para que supiera que no estaba desprotegida o algo así.
- Una pena tenia la esperanza de que me invitaras a subir. -Me lo dijo penetrándome con la mirada.
  Quería decirle que no, pero algo en mi interior me empujaba ha decirle que si, me sentía mareada y aprisionada por su oscura mirada. Me sentía hipnotizada pero algo me gritaba que dijera que no.
- Mi hermana esta en casa, no puedo...
- ¿Y si hablamos un poquito en el portal antes de que te vayas a casa?
- Mmmm, no se...
- Sabes que quieres, tienes una necesidad de pasar un tiempo conmigo.
  Su mirada fue aun mas profunda y ya no me pude negar, pero en vez de solo dejarle entrar en el portal , le deje entrar en mi casa.
  Justo al cerrar la puerta tras de mi, el se giro y me cogió en sus brazos dándome el beso mas ardiente que nunca me habían dado. Mientras su lengua jugaba con la mía, yo saboreaba cada segundo, su beso sabia a miel y a especias.
- Donde esta tu habitación. - mientras me cogía en brazos y yo embobada le señale la puerta.
  Al entrar me dejo en el suelo, y empezó a desnudarse ante mi como si ya lo hubiera echo miles de veces antes. Su chaqueta callo con su camisa y sus pantalones,  quedo completamente denudo, su visión hizo que me sentara encima de la cama, mis piernas estaban temblando, solo con ver su cuerpo en todo su esplendor ya me hacia llegar al éxtasis, su pecho tenia una ligera capa de bello, bello negro y oscuro que bajaba hasta su entrepierna donde ese bello doblaba su tamaño, pero lo que había ahí acunado era impresionante, era enorme para cualquier mujer, de solo verla me entro el pánico.
- Mírame princesa - le mire sin duda -no tengas miedo cariño no te haré daño. Te juro que esta experiencia no la olvidaras nunca. Ahora mi amor desnúdate para mi.
  Su orden fue como un resorte para mi, me levante y desnude en apenas unos segundos. Quería ser suya, eternamente suya. Me tumbo e. la cama y me beso en lugares que desconocía que pudieran besarse. Por fin me tomo y me hizo ver que el paraíso existía. Cuando mi cuerpo creía que no se podía sentir mas placer, mi mundo estallo en mil estrellas. Su boca estaba en el cuello, era un vampiro y estaba bebiendo de mi y en vez de estar asustada, me sentí pletórica llena de energía y de placer.
  Cuando finalmente termino de beber y de hacerme el amor mi consciencia fue cayendo en un profundo sueño no sin antes de besarle por ultima vez saboreando mi sangre en su boca.
- Adiós princesa gracias por esta noche maravillosa.
  Y caí en la oscuridad, pensé que a lo mejor estaba muerta, que habría tomado mucho de mi dejándome seca. Y todo, mi alrededor despareció.
  Cuando desperté creí que todo había sido un sueño, pero una rosa negra estaba junto a mi almohada con una nota.
Nunca te olvidare, tu príncipe oscuro

  El era real, y siempre me perseguiría en mis sueños incluso podía sentir cuando el pensaba en mi, al fin al cabo mi sangre estaba dentro de el.