Es una noche oscura, la luna se esconde y no se ve ninguna estrella, las pocas farolas con luz parpadean dando una sensación de que algo terrible va a pasar, una noche perfecta para que mis ansias sean por fin aplacadas.
Camino buscando a mi presa, pero solo veo unas pocas prostitutas con pintas de drogadictas, no son un buen bocado, necesito lo mejor, necesito la sangre mas espesa y deliciosa que pueda encontrar.
Si, lo han adivinado soy una vampiresa, pero no una vampiresa normal, si no una princesa de hace 1.800 años, por defecto mi gaznate no acepta otra cosa que no sea sangre de categoría.
Fue encerrada y encadenada bajo tierra por desangrar todo a un pueblo, pero no pudieron comprender que mi acto fue empujado por una inesperada sed de principiante, no me convertí por decisión si no a causa de una violación por un vampiro, pero claro no podía conformarse con matarme, si no que me convirtió en un igual, a lo que le expuso a la muerte mas horrible y dolorosa para un vampiro.
Solo podemos morir si nos sacan el corazón y lo apuñalan con una estaca, y eso les aseguro que fue lo ultimo que hice. Y no quieran saber los detalles.
Aunque mis recuerdos me llevan muy atrás en el tiempo mi instinto esta buscando a la victima perfecta, sigo recorriendo las calles oscuras, he llegado a una zona residencial, mi olfato capta por un leve segundo un delicioso olor pero lo pierdo en seguida, me paro en cada puerta para olisquear, en dos de ellas me da la tentación de entrar, hay bebes, y la sangre de bebe es un manjar, pero reprimo mis impulsos, durante el tiempo que entube encerrada me jure a mi misma no volver a morder a ninguna criatura menor de 18. En honor a los hijos que nunca podre tener.
¡Lo encontré! hay esta ese olor, que placer me da solo sentir su esencia. Estoy parada enfrente de una hermosa casa de dos plantas. Hay una persona dentro, para mas información un hombre, un sudor oscuro se mezcla con el olor de la sangre.
Llamo a la puerta, un hombre demasiado apuesto para ser real me abre, me mira de arriba a abajo, voy completamente desnuda, es imposible que su mirada no se clave en mi, tengo que entrar en su casa, en su dormitorio, en su cuello, ya se, me desmayo ante el.
Me coge entre sus brazos y me tumba en el sillón, escucho como corre a través de la habitación, y después un grifo, me imagino que estará en la cocina. Aprovecho para echar un vistazo a mi alrededor, se que esta solo no noto la presencia de nadie mas. Pero veo fotos de el con una mujer, una foto de boda, pobrecita su mujer pronto se quedara viuda.
Se lo que estarán pensando pero comprendan que no tengo alma, no puedo sentir compasión.
Se acerca, sigo fingiendo, me humedece la cara con un paño, el cuello, siento como su excitación crece, me roza el pecho pero enseguida se aparta de mi. Tendré que despertar.
Abro los ojos y le miro, le miro tan fijamente que se hipnotiza, hago que se acerque a mi, le acaricio la mandíbula fuerte y cuadrada, tiene unos ojos azules en donde si me despisto me perderé en ellos, tiene media melena ondulada y oscura, oscura como la noche. Su boca es jugosa y endemoniadamente bella, en sus mejillas se ve la sombra de unos hoyuelos, hacia siglos que no veía hombre igual, sentí un calor intenso en mi bajo vientre, me estaba poniendo a mil y solo era mirándole.
Pero había algo mas que me atraía de el, y era la vena que palpitaba en su cuello con fuerza, llamándome, exigiéndome que bebiera de ella.
Le acaricie la zona donde mis dientes le iban a perforar, antes de acabar con su vida, necesitaba besarle, sus labios eran calientes, sabia a cerveza y tabaco, su lengua jugaba con la mía, sus manos empezaron a jugar con mi cuerpo, no hubo parte de mi que no explorara acariciándome. Le arranque la ropa de cuajo y me monte encima de el, mientras le hacia mio mis colmillos salieron reclamando su sangre, ya no podía esperar mas.
Le atravesé la piel llegando a su vena, su sangre fluyo por mi boca, deleitándome, llevándome a la locura, estaba deliciosa, mientras bebía de el llegue al clímax, era un placer unir la pasión mortal con la sangre.
Bebí y bebí hasta que sentí su cuerpo flácido, su corazón dejo de palpitar impidiendo que su sangre dejara de recorrer sus venas, que desperdicio hombres tan grandes y con tan poco aguante.
Bueno no me queda otra que seguir mi camino sola y desalmada.
Por: Jessica Segura

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